Estoy en vela.
No creo que hayan ni tantas o pocas razones para estarlo, y, a pesar de todo estoy en vela.
Así como el sereno, sólo que al sereno siempre alguien parece acompañarlo; sus pasos, una luz, que se yo. Al menos es lo único que se me ocurrió.
Pero no sé si realmente el sereno esté solo, lo que sí sé es que yo estoy en vela.
De hecho, ni el maldito lápiz con el que escribo me acompaña, tuve que cambiarlo, como si no tuviera ganas de escribir, como si se cansara de escribir, como si no tuviera nada qué escribir. Supongo que en algún sentido, el lápiz ya no es Lápiz como tal porque ya no sirve, supongo entonces que ya tampoco soy Humano, entre otras cosas, porque estoy en vela.
No sé. No encontré nada mejor que escribir.
Tenía ganas de realizar grandes cosas, trazar grandes proyectos, pero una vez que cerré los ojos para pestañar se me desvanecieron todos los planes. Que pena que la tarea del respirar sea, por lo general, una tarea un tanto automática porque sino juro que me hubiese entretenido jugando a respirar.
Pero no. Escribí, escribo.
Pienso en Wilde cuando dice: “Para escribir sólo necesitas dos cosas, tener algo que decir y decirlo”. Bueno, yo tengo nada que decir y no sé cómo decirlo; y aquí estoy escribiendo. Creo que tiene razón en la sentencia, porque puede que los dos nos equivoquemos, lo más probable es que cuando dijo esto haya estado también en vela.
Estamos al inicio de la primavera. Cuándo nos llaman los jazmines y nos abriga el sol aún tímido aún fresco y bla, bla. ¡Pero llueve!. Creo haber escuchado a algunas personas que la llaman la Mata Pajaritos...
A propósito, pienso en que una de cosas más antiguas que hemos conocido es la lluvia que cae para todos por igual, de arriba a abajo. Proust dice sobre la lluvia: “Un golpecito en el cristal, como si hubieran tirado algo; luego, un caer ligero y amplio, como de granos de arena lanzados desde una ventana de arriba, y por fin, ese caer que se extiende, toma reglas, adopta un ritmo y se hace fluido, sonoro, musical, incontable, universal: llueve."
Tengo una prima de no más de catorce años (imposible menos de diez), que se fue a vivir a Iquique con su familia cuando ella tenía entre uno y tres años; una vez, estando de vacaciones en Santiago, (más bien en el campo de Toquihua), tenía como ocho años -no, creo que menos-, y jugaba con las gallinas. De pronto, algo pasó. Se fue corriendo con más asombro que con miedo donde su mamá -mi tía-, le dijo que algo pasaba afuera; salieron a mirar y mi prima preguntó: “¿Qué es eso?”. Mi tía respondió: “Eso? eso es lluvia”.
Mientras digo esto, irónicamente a dejado de llover, como si la lluvia disfrutara con estas historias de niños y lluvia y se hubiera ido. Es muy probable de que se haya aburrido de llover, yo hace rato que estaba aburrido de ella. Hoy la lluvia fue como el colmo de todo, aunque poco o nada me hubiese pasado. Siento que más encima llueve, así como los chistes, pero éste no es gracioso, al menos para mí, porque sigo en vela.
Que desagradable. Pienso en qué habré hecho para merecer esto, porque algo tuve que haber hecho para no tener sueño. Tengo bostezos infértiles, cansancio impotente y el techo más atractivo del mundo. Pareciera que no tuviera fin, ¡porque no lo tiene!, pudiera terminar en cualquier momento y de cualquier forma. Como las malas historias, que no tienen un final como tal, o como la lluvia que es más fácil acordarse del cómo y cuándo empezó que al cuando terminó; quizás la lluvia sea eso una mala historia, aunque sería dotar demasiado positivamente a las malas historias. Porque las que son malas son malas y punto. Entonces este velorio pudiera terminar así, como una mala historia, como la lluvia, o como los velorios; cuando se llevan al muerto, al finado, el occiso, al fiambre, al dormido. Cuando las velas se apagan, cuando la lluvia cesa, o cuando muchas de nuestras historias acaban porque nos da sueño; oye, si hasta el sereno a veces duerme...
No creo que hayan ni tantas o pocas razones para estarlo, y, a pesar de todo estoy en vela.
Así como el sereno, sólo que al sereno siempre alguien parece acompañarlo; sus pasos, una luz, que se yo. Al menos es lo único que se me ocurrió.
Pero no sé si realmente el sereno esté solo, lo que sí sé es que yo estoy en vela.
De hecho, ni el maldito lápiz con el que escribo me acompaña, tuve que cambiarlo, como si no tuviera ganas de escribir, como si se cansara de escribir, como si no tuviera nada qué escribir. Supongo que en algún sentido, el lápiz ya no es Lápiz como tal porque ya no sirve, supongo entonces que ya tampoco soy Humano, entre otras cosas, porque estoy en vela.
No sé. No encontré nada mejor que escribir.
Tenía ganas de realizar grandes cosas, trazar grandes proyectos, pero una vez que cerré los ojos para pestañar se me desvanecieron todos los planes. Que pena que la tarea del respirar sea, por lo general, una tarea un tanto automática porque sino juro que me hubiese entretenido jugando a respirar.
Pero no. Escribí, escribo.
Pienso en Wilde cuando dice: “Para escribir sólo necesitas dos cosas, tener algo que decir y decirlo”. Bueno, yo tengo nada que decir y no sé cómo decirlo; y aquí estoy escribiendo. Creo que tiene razón en la sentencia, porque puede que los dos nos equivoquemos, lo más probable es que cuando dijo esto haya estado también en vela.
Estamos al inicio de la primavera. Cuándo nos llaman los jazmines y nos abriga el sol aún tímido aún fresco y bla, bla. ¡Pero llueve!. Creo haber escuchado a algunas personas que la llaman la Mata Pajaritos...
A propósito, pienso en que una de cosas más antiguas que hemos conocido es la lluvia que cae para todos por igual, de arriba a abajo. Proust dice sobre la lluvia: “Un golpecito en el cristal, como si hubieran tirado algo; luego, un caer ligero y amplio, como de granos de arena lanzados desde una ventana de arriba, y por fin, ese caer que se extiende, toma reglas, adopta un ritmo y se hace fluido, sonoro, musical, incontable, universal: llueve."
Tengo una prima de no más de catorce años (imposible menos de diez), que se fue a vivir a Iquique con su familia cuando ella tenía entre uno y tres años; una vez, estando de vacaciones en Santiago, (más bien en el campo de Toquihua), tenía como ocho años -no, creo que menos-, y jugaba con las gallinas. De pronto, algo pasó. Se fue corriendo con más asombro que con miedo donde su mamá -mi tía-, le dijo que algo pasaba afuera; salieron a mirar y mi prima preguntó: “¿Qué es eso?”. Mi tía respondió: “Eso? eso es lluvia”.
Mientras digo esto, irónicamente a dejado de llover, como si la lluvia disfrutara con estas historias de niños y lluvia y se hubiera ido. Es muy probable de que se haya aburrido de llover, yo hace rato que estaba aburrido de ella. Hoy la lluvia fue como el colmo de todo, aunque poco o nada me hubiese pasado. Siento que más encima llueve, así como los chistes, pero éste no es gracioso, al menos para mí, porque sigo en vela.
Que desagradable. Pienso en qué habré hecho para merecer esto, porque algo tuve que haber hecho para no tener sueño. Tengo bostezos infértiles, cansancio impotente y el techo más atractivo del mundo. Pareciera que no tuviera fin, ¡porque no lo tiene!, pudiera terminar en cualquier momento y de cualquier forma. Como las malas historias, que no tienen un final como tal, o como la lluvia que es más fácil acordarse del cómo y cuándo empezó que al cuando terminó; quizás la lluvia sea eso una mala historia, aunque sería dotar demasiado positivamente a las malas historias. Porque las que son malas son malas y punto. Entonces este velorio pudiera terminar así, como una mala historia, como la lluvia, o como los velorios; cuando se llevan al muerto, al finado, el occiso, al fiambre, al dormido. Cuando las velas se apagan, cuando la lluvia cesa, o cuando muchas de nuestras historias acaban porque nos da sueño; oye, si hasta el sereno a veces duerme...
6 comentarios:
La Palabra
Un aire, un aire, un aire,
un aire,
un aire nuevo:
no para respirarlo
sino para vivirlo.
Gonzalo Rojas, la reniñez.
PD: jl de gp, "los que morirán te saludan"...
wena man
tan q buena vole me gusto
derrepente t falta subir unas fotos de referencia a lo q escribes pa q capti más la atención .. comunicar man jajaj bye
palabras...directamente proporcional a una masturbación de las cuerdas por roces del aire envenenado que entregamos...
algo me hizo la narración sobre la cata...algo me ablandó...
besos primo.
CLUB DE LA SERPIENTE??
muchas palabras
Gaby.
Nada de imágenes. Que al final todo se puede convertir en una puta hüestalt
ta gueno che, que fumas?
a veces me doy unos golpes en la cabeza y me salen algunas cosillas medisa perecidas a estas.
si me golpeo contra la maldita pare hasta un guen poemita me emndo.
igual esta ok, pero no tamas vino tinto de estos que han cosechao por aqui no?
tomate unops tannat y aspirate un ablanquilla y mejor es pior pa escribirte unos textos buenazos.
no viste la peli d eRicardo Romero Curbelo, uru, El Combate?
pos que te la recomiendo man.
adeu
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