lunes, abril 07, 2014

Del adolecer

luchas del yo. Enjámbricas posibilidades, perpetuas bifurcaciones  continuas . Aspectos de sí mismo en pugna por alguna consolidación; cualquiera que sea, todas, ninguna. Figuras, ecos, de un quién sin función.



miércoles, abril 02, 2014

Dios Mar



Estaba hospedando en una casa con vista al mar. Creo que era en casa de familiares míos, probablemente en casa de tía Michi. Sin embargo un ensamble; su casa en Alto Hospicio no ve el mar, ésta sí, muy cerca de la costa.

Sus ventanas permanecían abiertas y no tenían cortinas. De aquí hasta el mar habrían unos diez o treinta metros. Le miraba. Nada me extrañaba de su apariencia… relativamente familiar, continuamente dormido, horrendamente inquieto.

De pronto, el mar pareció respirar, hincharse. Se llenaba de fuerza, ánimo, individualidad. Su color tornaba azul claro a verde oscuro, denso. Su volumen también crecía, pero sin entrar en tierra, sino como acumulándose hacia arriba.

Recordé la naturalidad con la que una playa desciende hasta el mar, y cómo uno pareciera estar sobre la línea del horizonte. No así ahora; el volumen de las mareas crecía y ocultaba esa línea detrás de su cuerpo erizado de olas, ahogando toda posibilidad simbólica de futuro.

Al recogerse, al cambiar de color, creí percibir maldad en la mar. Una especie de descontrol salvaje de realidad. Pero una realidad de orden cíclico, natural. Suponíamos que así debía de ser la mar. Ahora lo era.

Las olas se empujaban unas con otras. Retumbaba el suelo. Crecían verdes y se vaciaban revoltosas. Yo observaba por una ventana. Muy tarde para escapar, demasiado hermoso para dejar de mirar. Una sombra fría oscureció la tierra de los pies.

Finalmente, y como demostración de la furia del dios mar, éste se levantó arrogante, recogiéndose a lo largo de toda la orilla en un muro sordo esmeralda de silencio gigantesco, una grotesca montaña de destrucción caótica con voluntad propia; hacia el cielo, como alcanzando las nubes. 

El dios mar, se puso de pie y observó  la tierra.

Se podía ver la transparencia de su fluir oceánico, pero la montaña se erguía inmóvil. Expectante. Suspenso. Terrible.