"No tienen, no, narices
los hijos caídos de Eva...
¡Ay, para el olor feliz del agua,
el recio olor de una piedra"
El canto de Quoodle, G.K. Chesterton.
Agua. Espejo transparente de piel invisible, ágil y sin memoria. Camina, corre, cae y se precipita con el rostro de las cosas sin su cuerpo, libre de voluntad, de coyuntura, de tendones. Música de coro espectral.
Piedra. Elemento base de construcción y sustento de nación básico. Criatura lenta. Dados que celebran el juego del creador. Esculturas de tiempo. Testimonio de mapas, memoria de lugar, almohadas de la historia.
Piedra y agua se encuentran en la alquimia de su erosión que viene a alterar el paisaje. Paisaje que es fondo y lienzo donde nuestra vida ocurre; donde emerge, brota, aparece, se plasma y se diluye, en trémulas resonancias reminiscentes al olvido.
"Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde"