Mientras caminaba junto a mi séquito fúnebre en fila tras el atúd que llevaba mi cuerpo, pensé en quién sería el que me fuera a echar la tierra encima como si me hiciera la cama. Y recordando, pensé en que bien podría ser mi madre; recordé de cuando me tapaba al dormir. O en quién vendría a buscar este pedazo de ave que viene pensando weas.
Recuerdo que antes de morir miraba hacial cielo. Era perfecto. No recuerdo que escuchara algo, pero la vista era increible. Recordé también porqué me hice cagar fumando tantos cigarros.
Recuerdo que antes de morir miraba hacial cielo. Era perfecto. No recuerdo que escuchara algo, pero la vista era increible. Recordé también porqué me hice cagar fumando tantos cigarros.
Sin embargo, cuando te des cuenta de que el séquito siga caminando pero tu no, y los silencios empiecen a devorarse las cosas, prende el último cigarro, y cuando sientas que una voz llama tu nombre y suavemente toque tu espalda para que le des la mano, te advierto, sólo son dos posibles entidades; uno: El, el otro: Él.
No trates de escoger, es inútil, no sabrás a quien le diste la mano. En cambio, deja que el peso de tus manos te las bote al suelo. Y cuando se acerquen a tu cara, expúlsales el humo de ese cigarro cargado con la mierda de la vida adosadas con nicotina en tus putrefactos pulmones, para que se imaginen lo que siente ser sus marionetas.
No trates de escoger, es inútil, no sabrás a quien le diste la mano. En cambio, deja que el peso de tus manos te las bote al suelo. Y cuando se acerquen a tu cara, expúlsales el humo de ese cigarro cargado con la mierda de la vida adosadas con nicotina en tus putrefactos pulmones, para que se imaginen lo que siente ser sus marionetas.